Feijóo contra Rajoy

 

(Versión en castellano; a continuación figura la versión en catalán publicada en el diario Ara el 25 de septiembre)

 

El presidente de la Xunta marca drásticas distancias con su jefe de filas para evitar que la ola de descrédito del Gobierno español se lo lleve por delante

 

El sábado ya no quedó ninguna duda. Ese día el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, uno de los barones conservadores más fieles al jefe del Gobierno de España, evitó salir en la misma foto que Mariano Rajoy. Mientras el inquilino de la Moncloa protagonizaba un mitin en Ourense, él prefería presentar a sus candidatos por la provincia de A Coruña. Perfil bajo frente a prime time. 

Desde que decidió anticipar las elecciones autonómicas al 21 de octubre, el mayor adelanto de la historia democrática gallega, Feijóo huye de Rajoy como de la peste. Sabedor de que los planes del presidente para los próximos meses incluyen nuevos recortes y, seguramente, la solicitud de un rescate a la Unión Europea que certificará el fracaso de su política para hacer frente a la crisis, el candidato del PP a la reelección quiere evitar que la campaña electoral se convierta en un plebiscito sobre los recortes del Gobierno central. Prefiere que el debate se centre en Galicia y, sobre todo, en el recuerdo de los peores momentos del bipartito PSOE-BNG que ocupó la Xunta entre 2005 y 2009. Feijóo es consciente de que su gestión, más allá del factor austeridad, es muy limitada y por eso dirige todo su esfuerzo de campaña a intentar desacreditar la posibilidad de un gobierno alternativo que necesariamente tendría que pasar por una nueva alianza PSOE-BNG en la que, según las encuestas, tal vez habría que hacer hueco a Esquerda Unida, la marca gallega de IU a la que por primera vez se ha sumado un sector del nacionalismo. Un “lío” a tres bandas, repiten los conservadores siempre que tienen ocasión.

El hombre que anticipó las políticas de recortes que luego aplicaría Rajoy en todo el Estado es el mismo que meses antes del estallido de la crisis justificaba el gasto de casi 500 millones de euros en la Cidade da Cultura, una obra gigantesca concebida por Manuel Fraga para seguir la estela del Guggenheim de Bilbao o la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia que sólo se ha completado parcialmente, apenas recibe visitantes y en Galicia se ha convertido en el símbolo del despilfarro. El mismo que ganó las elecciones de 2009 prometiendo crecimiento económico y empleo y que hoy gobierna un territorio en recesión (prácticamente el 1%) y con más paro que nunca. De hecho, la evolución negativa de la economía gallega, sometida al efecto combinado de la austeridad y de la crisis desde mucho antes que el conjunto del Estado, ha hecho desaparecer la ventaja comparativa que tenía Galicia en términos de desempleo: en estos años la tasa de paro aumentó en Galicia un 67%, prácticamente el doble que en España (35%). 

El balance económico es malo y a él al hay que añadir el incumplimiento de su promesa de bajar impuestos, además del visible deterioro de la sanidad y la educación como consecuencia de los recortes. Por eso Feijóo tiene dificultades para que los ciudadanos le crean cuando sostiene que si gana el 21-O, ahora sí, creará empleo. No en vano todo el mundo tiene muy presente que apostó por fusionar las cajas gallegas en un sólo proyecto en un proceso plagado de sombras que ha acabado por contaminar de activos tóxicos todo el sistema financiero gallego. La nueva caja, que el presidente de la Xunta ‘vendía’ como un éxito personal, se asoma ahora a la liquidación.

Con todo, el PP se sabe el partido hegemónico en Galicia. Siempre gana las elecciones y sólo pierde el Gobierno de Galicia cuando no consigue mayoría absoluta. Feijóo es consciente de que lo único que puede privarle de un segundo mandato es que una parte de sus votantes (no tienen que ser muchos; bastaría con una cifra relativamente pequeña) se queden en casa el 21 de octubre. Esa es la razón por la que quiere evitar que la campaña se convierta en un plebiscito sobre Rajoy y agita el fantasma de una Xunta ingobernable con presencia de hasta tres partidos.

Y es también el motivo por el que, en las filas conservadoras, han saltado todas las alarmas con la irrupción en las elecciones del experimento político protagonizado por Mario Conde. El empresario y comentarista de Interconomía, condenado por apropiación indebida y estafa, se presenta bajo las siglas Sociedad Civil y Democracia (SCD) y, aunque es dudoso que consiga alcanzar el 5% exigido para entrar en el Parlamento, sí puede restar al PP una parte de los votos que necesita imperiosamente para continuar en el poder.

Pero la candidatura de Mario Conde no es la única novedad del 21-O en Galicia. Por la izquierda, el BNG se enfrenta a su primera prueba de fuego después de sufrir la escisión de una parte de sus dirigentes, el más notable de los cuales es Xosé Manuel Beiras, el catedrático de Economía que fue su cara visible entre 1987 y 2003. La mayoría de disidentes dejaron el Bloque en enero después de perder la Asamblea Nacional celebrada en Santiago en una votación que confirmó a Guillerme Vázquez como líder de la organización y a Francisco Jorquera, hasta ahora portavoz en el Congreso, como candidato a la Xunta. Sometidos a la urgencia de presentarse a las elecciones, los seguidores de Beiras, que históricamente siempre rechazaron cualquier alianza electoral con fuerzas no exclusivamente gallegas, suscribieron un acuerdo in extremis con Esquerda Unida, la marca gallega de IU. La ‘Syriza gallega’, como ha presentado EU el proyecto, rebautizado como Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), ha ce
dido el número uno por A Coruña al propio Beiras en un intento de sumar voto nacionalista al buen resultado que las encuestas ya les auguraban en solitario gracias a la inercia de IU en el conjunto del Estado.

Con todo, la rentabilidad de esta estrategia está por ver, porque algunos estudios de opinión sugieren que la fortaleza del voto nacionalista permitirá al BNG salir de esta situación sin sufrir daños graves. Otras encuestas, sin embargo, como las publicadas a comienzos de septiembre por el diario ‘La Voz de Galicia’, que apoya expresamente a Feijóo, parecen dar la razón a la ‘Syriza gallega’ al situarla en el entorno de los tres escaños. Aunque, globalmente, no mejoraría la influencia de la izquierda ni del nacionalismo, porque ese resultado se produciría a costa del BNG, que pasaría de 12 a nueve diputados, según el mismo estudio. Lo que parece seguro es que AGE (la coalición entre la organización de Cayo Lara y la de Beiras) tendrá sitio en el nuevo Parlamento.

La tercera clave de las elecciones es el Partido dos Socialistas de Galicia (PSdeG). La federación gallega del PSOE presenta como candidato a Pachi Vázquez, un ex conselleiro del bipartito fajado durante años en la lucha política de Ourense, una provincia dominada por el caciquismo desde que se tiene memoria. Vázquez tiene que pelear no sólo contra Feijóo sino contra un partido dividido (sus enfrentamientos con el ex ministro José Blanco y con el alcalde más poderoso de Galicia, Abel Caballero, han condicionado la vida del PSdeG durante los últimos años) y, sobre todo, contra la herencia de Zapatero y la presencia incómoda de su sucesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, que está muy lejos de despertar entusiasmo entre los votantes, según todos los estudios de opinión.

Los socialistas gallegos tienen en estos momentos 25 escaños en un Parlamento de 75, por lo que el mejor escenario que manejan es resistir (como mucho perder un diputado) y que la combinación AGE y BNG aporten el resto de los votos que necesitan para gobernar (entre 13 y 14 diputados).

En juego está no sólo el Gobierno de Galicia sino la política de recortes de Rajoy. La solución, el 21 de octubre.

 

 

Los jueces entran en campaña

Como ya ocurrió en las elecciones generales, de nuevo una decisión judicial entra en escena en Galicia en plena campaña electoral levantando toda clase de suspicacias. Hace nueve meses fue la jueza del ‘caso Campeón’ la que, pocos días antes de la votación, envió al Supremo la investigación contra el entonces ministro José Blanco, que se presentaba como cabeza de lista del PSOE por Lugo. Ahora, a un mes de los comicios, otra juez, también de Lugo ha puesto en marcha una operación anticorrupción que afecta a medio centenar de personas, entre las que destaca el alcalde de Ourense, también del PSOE.

La operación, de la que hasta ahora apenas han trascendido datos concretos más allá de las acusaciones de tráfico de influencias, ha puesto patas arriba la campaña.

 

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Galícia: Feijóo contra Rajoy

Dissabte ja no en va quedar cap dubte. El president de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, va evitar la foto amb Mariano Rajoy, tot i ser un dels barons del PP que li són més fidels. Mentre l’inquilí de la Moncloa feia un míting a Ourense, el president gallec preferia presentar els seus candidats per la Corunya. Perfil baix davant prime time .

Des que va decidir fixar les eleccions al 21 d’octubre, el màxim avançament de la història democràtica gallega, Feijóo fuig de Rajoy com de la pesta. Sabent que els seus plans per als pròxims mesos inclouen noves retallades i, segurament, un rescat de la UE que certificarà el fracàs de la seva política anticrisi, el candidat a la reelecció vol evitar que la campanya sigui un plebiscit sobre els ajustos de Madrid. Prefereix que el debat se centri en Galícia i, sobretot, en el record dels pitjors moments del bipartit PSOE-BNG, que va governar-la entre el 2005 i el 2009.

Del bipartit a un possible tripartit

Feijóo és conscient que la seva gestió, més enllà del factor austeritat, és molt limitada i per això dirigeix tot l’esforç de campanya a desacreditar un govern alternatiu que, necessàriament, passa per una aliança PSOE-BNG en què, segons les enquestes, potser caldria encabir-hi també Esquerda Unida, la marca gallega d’IU, a la qual s’ha sumat un sector del nacionalisme. Un “embolic” a tres bandes, asseguren els conservadors sempre que poden.

L’home que va anticipar les retallades que després aplicaria Rajoy és el mateix que mesos abans de l’esclat de la crisi justificava gastar-se gairebé 500 milions d’euros en la Cidade da Cultura -una obra gegantina concebuda per Manuel Fraga per seguir l’estela del Guggenheim de Bilbao i la Ciutat de les Arts de València-, que només s’ha completat parcialment, que ben just rep visitants i que ja és una icona del malbaratament gallec.

Qui va guanyar el 2009 prometent creixement governa avui un país en recessió (una caiguda de l’1% de PIB) i amb més atur que mai. L’evolució negativa de l’economia, sotmesa a l’efecte combinat de l’austeritat i la crisi, ha fet desaparèixer l’avantatge comparatiu que tenia Galícia en termes d’atur en el conjunt de l’Estat: la taxa va augmentar a Galícia un 67%, pràcticament el doble que a Espanya (35%).

El balanç econòmic és dolent i s’hi suma l’incompliment de la promesa d’abaixar impostos, a més del deteriorament de la sanitat i l’educació per les retallades. Feijóo té dificultats perquè se’l creguin quan sosté que, si guanya el 21-O, ara sí, crearà ocupació. Tothom té present que va apostar per fusionar les caixes en una de sola. Un procés ple d’ombres que ha acabat per contaminar d’actius tòxics el sistema financer gallec. Nova Caixa Galicia, que el president venia com un èxit personal, ara està nacionalitzada.

Amb tot, el PP se sap hegemònic. Sempre guanya i només perd el govern si no aconsegueix majoria absoluta. Feijóo és conscient que l’únic que pot negar-li un segon mandat és que una petita part dels seus votants es quedin a casa. És la raó per la qual vol evitar que el 21-O sigui un plebiscit sobre Rajoy i agita el fantasma d’una Xunta ingovernable amb el tripartit gallec.

I és també el motiu pel qual, al PP, han saltat les alarmes amb la irrupció de l’experiment polític de Mario Conde. L’empresari i comentarista d’Intereconomía, condemnat per apropiació indeguda i estafa, es presenta amb Societat Civil i Democràcia (SCD) i, encara que és dubtós que entri al Parlament, pot restar al PP part del vots que necessita imperiosament per seguir al poder.

El factor Mario Conde

La candidatura de Conde no és l’única novetat. Per l’esquerra, el BNG s’enfronta a la primera prova de foc després de patir l’escissió d’una part dels seus dirigents, el més notable dels quals és Xosé Manuel Beiras, la cara visible entre el 1987 i el 2003. La majoria de dissidents van deixar el Bloc al gener després de perdre l’assemblea nacional en una votació que va confirmar Guillerme Vázquez com a líder i Francisco Jorquera, el portaveu al Congrés, com a candidat a la Xunta. Sotmesos a la urgència de presentar-se a les eleccions, els seguidors de Beiras, que sempre havien rebutjat aliances amb forces estatals, van subscriure un acord in extremis amb IU. La Syriza gallega, rebatejada com a Alternativa Gallega d’Esquerres (AGE), ha cedit el número u per la Corunya a Beiras en un intent de sumar vot nacionalista al bon resultat que les enquestes ja els auguraven gràcies a la inèrcia d’IU al conjunt de l’Estat.

La rendibilitat d’aquesta estratègia s’ha de veure, perquè algunes enquestes suggereixen que la fortalesa del vot nacionalista permetrà al BNG sortir-ne sense danys greus. Altres enquestes, però, com les recents de La Voz de Galícia , que dóna suport explícit a Feijóo, situen la Syriza gallegaen l’entorn dels tres escons. Globalment no milloraria la influència de l’esquerra ni del nacionalisme, perquè aquest resultat es produiria a costa del BNG, que passaria de 12 a 9 diputats.

La tercera clau és el PSdG. La federació gallega del PSOE presenta Pachi Vázquez, un exconseller del bipartit forjat en la lluita política d’Ourense, una província dominada pel caciquisme des que es té memòria. Vázquez ha de lluitar no només contra Feijóo, sinó contra un partit dividit (els enfrontaments amb l’exministre José Blanco i amb l’alcalde més poderós de Galícia, Abel Caballero, l’han condicionat) i, sobretot, contra l’herència de Zapatero i la presència incòmoda d’Alfredo Pérez Rubalcaba, que és lluny de despertar entusiasme entre els votants.

Els socialistes tenen 25 escons en un Parlament de 75. El millor escenari és resistir (o perdre un diputat) i que la suma d’AGE i BNG aporti la resta dels vots que necessiten per governar (13 o 14 escons més).

Està en joc no només el govern de Galícia sinó la política de retallades de Rajoy. La solució, a les urnes gallegues el 21 d’octubre.

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