Los pájaros se vuelven contra las escopetas

La incomodidad que el resultado electoral griego ha provocado en los gobiernos de casi toda Europa (y en los poderes financieros a los que sirven) se está traduciendo, cada vez, más, en críticas abiertas a los ciudadanos que se han expresado en las urnas. Claro que, en democracia, la voluntad de los ciudadanos no puede ser el problema, por más que resulte incómoda para quienes, generalmente con escasa legitimidad, están acostumbrados a tomar las decisiones de fondo, esas que nutren el pensamiento único en nombre de los grandes consensos de Estado.

Muchos, gobiernos, corporaciones financieras y medios de comunicación, lamentan la pérdida de peso de los partidos tradicionales, que han pasado de concentrar el 80% de los sufragios a cosechar apenas una tercera parte. Lo de menos, a los ojos de quienes tienen la sartén por el mango, son las causas de ese descrédito. A ellos lo único que les importa es cómo garantizar la pervivencia del sistema de reparto de poderes del que se han beneficiado durante décadas.

Por eso ponen el foco en el auge de los demás partidos y tratan de meter a todos en el mismo saco, comparando lo incomparable, porque nada tienen que ver las posiciones de izquierda de Syriza, homologables con las de Izquierda Unida en España, con las tesis xenófobas y violentas de los neonazis. La preocupación de las formaciones bipartidistas que hasta hace poco se repartían por turnos el poder está justificada. Los pájaros han dejado de huir y se han vuelto contra las escopetas. El cazador, presa del desconcierto, trata de hacer valer las viejas reglas cinegéticas: “Oiga, que los pájaros son el objeto de la caza, no al revés”.

Eso es, precisamente, lo que está pasando Las reglas están cambiando y por eso la política se ha convertido en un fastidio para las corporaciones financieras y sus peones tecnócratas. El miedo les ha llevado a presentar la situación de Grecia como un caos ingobernable. “¿Lo veis?”, tratan de decir. “Era mejor antes, cuando nos limitábamos a cambiar de partido y a hacer la misma política gobernase quien gobernase”. Quieren que añoremos aquello que los ciudadanos griegos acaban, precisamente, de castigar.

Y quieren que lo hagamos porque todos ellos, partidos, corporaciones y tecnócratas temen que la situación se repita en el resto del continente europeo. Por eso es tan importante que reivindiquemos el resultado de las elecciones en Grecia. Porque el debate en toda Europa, ahora mismo, es entre quienes quieren cambiar el sistema económico, porque es injusto, y quienes preferirían transformar el sistema político, porque está empezando a dejar de servir a sus intereses.

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